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¿Por qué el farmacéutico no dispensa el antibiótico sin receta?

Son muchas las quejas que obtenemos en nuestra farmacia por nuestra negación en realizar una dispensación sin receta médica de antibióticos; y es por eso que hemos decidido usar este medio para comunicarnos y hacernos escuchar. ¿Con qué derecho se cree el farmacéutico no querer dispensar sin receta? ¿Es que tienen ganas de molestarme? ¿Es que no ve que tengo fiebre y necesito un antibiótico? ¿De verdad que le importa tan poco mi salud?

Prescripción de antibióticos

La demanda de antibióticos en nuestro país tiene una elevada incidencia. Aunque el máximo histórico de su consumo se alcanzó en 1995, fue en 2005 cuando volvieron a saltar las alarmas por la posibilidad de alcanzar los valores de hace 10 años. Los antibióticos más usados en España se prescriben el 90% en Atención Primaria, lugar donde se presentan los principales problemas de uso.

La mayoría de infecciones ambulatorias se localizan en el tracto respiratorio (80%) y con un porcentaje mucho menor, en el tracto urinario. Dicho consumo de antibióticos es la razón primordial de la aparición de resistencias en Haemophilus influenzae y Moraxella Catarrhalis (a los betalactámicos), Streptococcus Pneumoniae (a penicilina y eritromicina), Streptococcus Pyogenes (a eritromicina y macrólidos) y Escherichia Coli (a quinolonas). Por estas y por otras muchas razones, desde 2007 se pide que la prescripción de los antimicrobianos se haga en función de su capacidad para la erradicación, tanto en el desarrollo químico de los fármacos como en la práctica clínica. Cada vez es mayor la evidencia científica que destaca los parámetros farmacodinámicos para la correcta prevención de una exitosa erradicación.

El papel del farmacéutico

El farmacéutico es un profesional sanitario muy bien preparado en farmacología y por tanto, con un conocimiento amplio de los fármacos que el mercado ofrece y como pueden dispensarse; así pues, son profesionales que deben participar en políticas del uso racional de antibióticos. Se basa en favorecer la disposición del paciente para tomar la medicación con la correcta pauta posológica (escribir la pauta siempre es una buena opción) y en educar a la población para que entienda que tomar antibiótico tiene que ser siempre su última opción para un mal menor.

El uso inadecuado, como se deja entrever, comporta una disminución de la efectividad importante, así como el aumento de las resistencias. Se tiene que tener muy en cuenta que se trata de activos sobre infecciones producidas por bacterias, pero no sobre otros como la gripe y los resfriados, que están producidos por virus y para los que son totalmente inactivos.

La resistencia a antibióticos

Es realmente una preocupación primordial para la salud pública. Los antibióticos curan enfermedades, no menguan los síntomas sinó que curan, pero el aumento exponencial de las resistencias genera inexistencias terapéuticas como la imposibilidad de realizar trasplantes o quimioterapia. Si el propio cuerpo no es capaz de curarse por un antibiótico porqué ha generado resistencia a éste, ¿cómo lo curamos? Ahí está el vacío terapéutico. Una vacante insustituible por la falta de nuevos antibióticos -los investigadores no pueden hacer más- únicamente culpa del ser humano, de su mala adherencia al tratamiento y de la famosa automedicación, y errónea, cuando no hay bacteria a la que matar.

La existencia de la resistencia no es nueva. Hace años que se conoce pero siempre se han podido desarrollar antimicrobianos para cubrir los agentes patógenos. Actualmente, la nueva generación de medicamentos está empezando a estancarse y la elaboración de antibióticos a decaer por su dificultad en combatir la farmacoresistencia mundial.

Uso inadecuado de los antibióticos

Diferentes estudios demuestran la correlación inherente entre el uso de antibióticos y la presencia de resistencias a estos, responsabilidad absoluta de todos los agentes sanitarios. Es evidente que hay una presencia excesiva de prescripción, que ha erradicado cepas enteras, una utilización inadecuada de pautas, una automedicación creciente y una infrautilización del fármaco.

Cada antibiótico actúa de forma específica sobre un tipos de bacterias, pero no contra todas. Esto se puede leer en los prospectos de los medicamentos, definido como espectro de acción o también en el apartado de sensibilidad. Además, las bacterias causantes de enfermedades se reproducen muy rápido, y delante de la presencia de un medio diferente para su desarrollo, se adaptan, modificando su estructura en sus nuevas generaciones. Delante de tratamientos inadecuados o administrados de manera incorrecta, tendrán la capacidad de hacerse resistentes al medicamento, adquirir habilidades para no ser sensibles a la capacidad del antibiótico, generando resistencia y haciendo que este fármaco no sea activo.

Tal y como indicamos, todos los agentes sanitarios son responsables. Los últimos estudios muestran que la prescripción no siempre es adecuada y otros destacan la corrección de la prescripción por parte del farmacéutico. El paciente no siempre demanda la información que requiere para su administración, hecho que condiciona la utilización adecuada. Para finalizar, y repartiendo también para nuestro campo, el farmacéutico no siempre cumple con a obligación de informar al dispensar.

Estrategias adoptadas

  • Disminución del consumo
  • Recomendaciones múltiples que involucran a la administración pública, políticos, profesionales sanitarios, cada persona individual y a la sociedad en general, pero aún así, el incremento de resistencias en los últimos 5 años desborda las expectativas.
  • Estrategias impuestas por la OMS (Organización Mundial de la Salud):
    • Los pacientes y la comunidad en general: educación
    • Los que prescriben y dispensan: educación, tratamiento, directrices y formularios, reglamentación.
    • Hospitales: gestión, laboratorios de diagnóstico, interacciones con la industria farmacéutica.
    • Administración de antibióticos a los animales destinados al consumo.
    • Gobiernos Nacionales y sistemas de salud: actividades de sensibilización y acción intersectorial, reglamentación, políticas y directrices, educación, vigilancia de la resistencia, uso de los antimicrobianos y carga de morbilidad.
    • Desarrollo de medicamentos y vacunas.
    • Promoción farmacéutica.
    • Cuestiones internacionales de la contención de la resistencia a los antimicrobianos.

Contestando pues a las preguntas que al principio de la entrada os planteábamos, el farmacéutico tiene derecho, acreditado por su formación, a no dispensar un antibiótico no sujeto a prescripción médica. No se trata de tener ganas de molestar ni de contentar al cliente/paciente, simplemente hay que hacer ver que desde la farmacia comunitaria no podemos ver si se trata de una enfermedad causada por bacterias, virus u otros microorganismos y por tanto, no podemos asegurar que la dispensación de un antibiótico solucione el cuadro; es más, podemos hasta empeorarlo generando resistencias. Así pues, todas esas veces que en la farmacia no te han dispensado un antibiótico sin prescripción médica, en realidad, lo que los facultativos han hecho ha sido velar por tu salud, la del cliente, evitando que te hagas daño ti mismo. Me remito al inicio con la pregunta ‘¿Tan poco le importa mi salud?’ Pues bien, todo lo contrario. Al farmacéutico le importa tanto tu salud que quiere protegerte de ti mismo y tus propias resistencias.

¿Te has encontrado alguna vez con una situación similar? ¿Te gustaría contárnosla? Te esperamos!

Bibliografía

  • Colegio Oficial de Farmacéuticos de Barcelona (Enlace)
  • Tesis Doctoral (Enlace)
  • Boletín Oficial del Estado (Enlace)
  • Estudios en dispensación de medicamentos sin prescripción médica (Enlace)